Sí hay alguien del chavismo que asumió como una necesidad hacer críticas al proceso revolucionario es el economista Víctor Álvarez, que conoció al Gobierno desde adentro: fue ministro. Una de sus objeciones, la sobrevaluación del bolívar, coincide con la de sus colegas que están en las antípodas de su posición ideológica.
Otra de sus críticas se sustenta en los datos del Banco Central de Venezuela, referidos al fortalecimiento de la economía capitalista en los últimos 10 años, tomando como referencia que 70,3% del producto interno bruto se lo lleva el sector privado.
-¿Pareciera que el Gobierno se contradice porque la cifra que usted cita del Banco Central como crítica, porque fortalece al sistema capitalista, es para el presidente de Fedeindustria, Miguel Pérez Abad, un signo de que el socialismo del siglo XXI estimula al sector privado
-No hay contradicción con Pérez Abad. La contradicción está en el propio Gobierno. Con Pérez Abad lo que hay es una coexistencia. Si algo diferencia al socialismo del siglo XX con el del siglo XXI es que ahora no se puede ser tan estatista ni seguir un modelo en el que todos los medios de producción, distribución y consumo estén en manos del Estado. Yo estudié, me gradué y viví cinco años en Cuba. Conozco bien esa realidad en la que desde una peluquería, una cerrajería o un taller mecánico, hasta la gran siderúrgica, los centrales azucareros y los hoteles son propiedad del Estado.
-¿No hay una exacerbación de la propiedad estatal con las nacionalizaciones?
-Los datos dicen que no. Lo que pasa es que los objetivos han sido empresas de importancia estratégica, que desde el punto de vista de la opinión pública tienen importancia por la actividad que generan. Cuando el Estado decide nacionalizar la Cantv, la Electricidad de Caracas, la siderúrgica o las empresas cementeras, se provoca todo este alboroto y se crea una impresión de que el Estado venezolano está ocupando un espacio cada vez mayor. Resulta que no. Si se hubiesen nacionalizado los carros de perros calientes y los puestos de chicha nadie habría dicho nada.
-¿El Gobierno sólo favorece a unos empresarios que se orientan a las importaciones y no tanto a la producción en el país?
-Es la propia política del Gobierno la que induce a ese comportamiento a los agentes económicos. Cuando se mantiene un tipo de cambio exageradamente sobrevaluado durante tantos años es fácil ver que la única mercancía que no ha subido de precio es el dólar -junto a la gasolina-, la gente prefiere entonces comprar ese dólar en vez de ponerse a producir zapatos, alimentos, partes y piezas automotrices. En Venezuela ha habido una inflación creciente en los últimos años, todos los factores productivos se han encarecido y resulta mejor comprar el dólar, que está prácticamente regalado, adquirir productos afuera y traerlos.
-Pareciera que eso no se va a corregir.
-Lamentablemente, el tema del tipo de cambio es para el Gobierno un anatema, una especie de tabú, hablar de la revisión y rectificación de la política cambiaria para reimpulsar el desarrollo del aparato productivo interno es para el Gobierno como hablar del aborto en la Iglesia. En materia de política económica se pueden tomar más de 1.000 medidas, pero la decisión sustantiva y estratégica, el nudo gordiano para el desarrollo de la agricultura y la industria, se encuentra en el manejo de la política cambiaria. Mientras se mantenga un tipo de cambio sobrevaluado sencillamente la agricultura y la industria nacional estarán tapiadas bajo ese deslave y ese alud de importaciones.
-¿Ese tabú es tan fuerte que puede llevar a perjudicar a la industria nacional?
-Así es. Hace falta creatividad y una actitud más innovadora en términos de diseño y ejecución de políticas económicas que impulsen el desarrollo nacional, en lugar de este espejismo de desarrollo, sustentado en el comercio importador, los servicios financieros y las telecomunicaciones, que esconde que la agricultura y la industria manufacturera pesan cada vez menos en el PIB nacional. Los convencionalismos internacionales señalan y sugieren que para que una economía sea balanceada y tenga un crecimiento armónico, la industria debería aportar 20% del PIB, y la agricultura al menos 12%.
-¿Cuáles son los resultados en Venezuela?
-La manufactura que a duras penas llega a 15,5%, y la agricultura que apenas alcanza 4,9%.
-¿No hay riesgo de que no se tomen medidas si el precio del petróleo sigue subiendo?
-Siento temor de que por no corregir estos desequilibrios y deformaciones este proceso de cambio y transformación, con el que se ha soñado durante tantos años y que tanto necesitan los venezolanos, se deteriore, se descalabre y fracase. Que por no adoptar los correctivos a tiempo ese cáncer que pudo haberse curado si se diagnosticaba a tiempo haga metástasis y no haya solución.
ElPerfil
Víctor Álvarez ha estado cerca de las decisiones del Gobierno porque fue ministro de Industrias Básicas y Minería, presidente de la Corporación Venezolana de Guayana, presidente del Banco de Comercio Exterior y director de Pdvsa. En 1998, cuando Hugo Chávez ganó por primera vez unas elecciones, culminó la maestría en Planificación y Desarrollo del Cendes, en la UCV. También cursó posgrados de Gerencia Pública y Gerencia de la Ciencia y la Tecnología en el Instituto Venezolano de Planificación y en la Universidad Carlos III de Madrid, respectivamente. Es docente en la Escuela de Economía de la UCV y en Iveplan. Actualmente lleva adelante el programa de investigación sobre el modelo productivo venezolano en el Centro Internacional Miranda.