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Tras ocho años de controles la economía está en un laberinto

VÍCTOR SALMERÓN | EL UNIVERSAL
lunes 14 de febrero de 2011 12:00 AM

Ocho años atrás en febrero de 2003, Hugo Chávez controló el precio de más de la mitad de los productos que componen la canasta básica y, al mismo tiempo, instauró el control de cambio a fin de frenar la salida de divisas y garantizar la estabilidad del dólar.

El resultado no ha sido el esperado. La inflación acumula un salto de 405% que en los últimos doce trimestres ha mermado la capacidad de compra del salario, mientras que la moneda sufre una feroz devaluación y el precio del dólar en el mercado oficial aumenta 168%, desde 1,6 bolívares hasta 4,30.

Al igual que durante el control de precios aplicado por los gobiernos de Jaime Lusinchi y Rafael Caldera, la producción se desestimuló, la variedad de productos cayó en picada y para evitar escasez el Gobierno, periódicamente, se ha visto forzado a permitir ajustes muy importantes en bienes básicos.

Analistas añaden que la producción nacional también cayó por la falta de inversión en un ambiente signado por las expropiaciones, mientras que la política fiscal, verdadera causa de la inflación, impulsó la demanda inyectando de manera desordenada petrodólares a la economía.

En el terreno cambiario, el Gobierno mantuvo fijo el precio del dólar por cinco años, una decisión que en medio de la elevada inflación sobrevaluó la moneda, una enfermedad donde los productos importados resultan más baratos que los elaborados en el país.

Así, las importaciones se disparan desde un promedio de 14% del PIB en 2003 hasta 21% en los últimos cuatro años, de acuerdo con un reporte elaborado por Barclays Capital.

El incremento de las importaciones a niveles insostenibles y el desajuste que en todo control de cambio crea la aparición de un dólar paralelo no han dejado más alternativa que devaluar el bolívar.

El desequilibrio ha puesto al Gobierno frente a opciones nada fáciles para lo que resta de este año.

Inflación o escasez

La última devaluación catapultó el tipo de cambio para las importaciones de bienes básicos, todos bajo control de precios, desde 2,6 bolívares por dólar hasta 4,30 pero aún el Ejecutivo no ha permitido que las empresas sinceren los costos.

El economista Orlando Ochoa no duda en señalar que ´se trata del mismo dilema que en su momento enfrentó el gobierno de Jaime Lusinchi. O permites el aumento de los precios o tienes escasez que al final es peor´.

La decisión no es fácil. El año pasado la capacidad de compra del salario retrocedió 5,3% y el precio de los alimentos, variable que golpea con fuerza a las familias de menos recursos, ya acumula un alza de 37% en los últimos doce meses.

Criollos e importados

Para contener el alza de los precios el Gobierno ha anunciado que contempla importar masivamente para abastecer al mercado y fijar precios más bajos a través de subsidios.

Este es el segundo dilema. A pesar de la última devaluación Barclays precisa que el bolívar continúa sobrevaluado en 32%, por tanto, la importación masiva frenará la producción nacional y la creación de empleo.

Este efecto sería aun más marcado si el Ejecutivo, como ha anunciado, vende a precios subsidiados los productos importados en un intento por contener a toda costa la inflación.

Crecer o no crecer

El salto de los precios del petróleo inyecta recursos a la caja del Gobierno y es posible estimular el crecimiento a través del gasto, pero el incremento de la demanda encontraría a una oferta limitada y, por tanto, el resultado sería inflacionario.

Efraín Velásquez, presidente del Consejo de Economía Nacional, indica que ´el objetivo tendría que ser crecimiento con baja inflación pero esto sólo es posible con una política que estimule la oferta´.

Desde su punto de vista las trabas están en ´un sistema cambiario que restringe el acceso a las divisas, las expropiaciones, las paradas eléctricas que afectan la actividad industrial y, como hemos visto últimamente, el impacto de eventos climáticos´.

´Si se recurre a las importaciones tendría que ser en el corto plazo para evitar el desabastecimiento mientras que al mismo tiempo se cambia la política para estimular la oferta´, dice Efraín Velásquez.

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